Monday, September 19, 2005

18

- Espera... estamos corriendo un riesgo...
- Bueno, asumiremos las responsabilidades que vengan.

No podría - aunque quisiera - explicar el contexto de estas frases.
Además, bien pueden ser parte de un sueño. Así como el contexto mismo desde donde surgieron.



Tuve un buen fin de semana dieciochero, aunque de dieciochero no haya tenido nada más que la bandera chilena en el mástil improvisado de la terraza de la cabaña que arrendamos con un grupo de amigos - Jess, Andy, Baby y resto de la tropa - en las Termas de Chillán. El mismo grupo con que partimos a esquiar el año pasado en idéntica fecha a idéntico destino.

Allá me fui a ventilar mis huesos, mi mente y todos mis rollos mentales, no sin antes haber tenido una semana de thriller debido a una discusión TREMENDA con mi viejo a mi regreso de USA. De esas que no teníamos hacía años. Con frasecitas tipo "bueno, entonces me voy de la casa" y todo el show.
Por suerte, aún tengo la capacidad de revertir el curso de esas discusiones desastrosas con mi padre, haciéndole entender que, no por el hecho de haber yo cometido un error - me mandé un numerito de lujo que no vale la pena mencionar -, eso invalida mi comportamiento más que aceptable como hija la mayor parte del tiempo. Recordarle que hago un esfuerzo BASTANTE REAL como persona por tratar de superarme cada día, en todos los planos.
Es que él es bien sentimental y cuando peleamos saca TODOS nuestros errores pasados a colación, magnifica situaciones objetivamente mínimas e inventa/tergiversa hechos que no tienen nada que ver con lo que originó la pelea. Pero bue. Al final, el asunto desembocó en una pelea/discusión de proporciones familiares, donde - por suerte - aparecieron aliados en el camino que le hicieron ver que a veces también es super difícil ser hijo (a) suyo (a), que él exige el 1000% y que es muy duro ante nuestros errores, minimizando los propios y con un pésimo nivel de autocrítica como padre.

Ya lo dije, estuvo dura la cosa.
Lo peor es que después de tamaños dramones, yo quedo mal. Bien mal. Siento rabia con él porque siento que manipula el amor inmenso que le tenemos, para - de alguna forma - hacernos sentir culpables cuando no damos con la talla de hijos que él quiere/necesita/espera.
Siento que no es justo, eso es todo.

Pero por suerte la cosa se me fue pasando y pude partir el viernes rumbo a Chillán con mi conciencia filial pesando algunas toneladas menos.

O sea, pudimos partir. Porque no fui sola.

Porque, hace dos meses atrás, cuando partió la idea de este viaje, decidí invitar a A a que fuera con nosotros. Bueno, OK, conmigo.

Yo calculaba que luego del accidente que tuvo en moto, la operación, etc, ya tendría ganas de salir un rato a reincorporarse a la vida con un paseo como éste, y de paso, podríamos ponernos al día con nuestras vidas. Por otro lado, ya habría recuperado su licencia de conducir y podría manejar en mi lugar, cosa que le encanta y que yo detesto. Y también podría ser mi instructor de esquí personal, mal que mal, él me enseñó a esquiar ese macabro 2001 en las mismas Termas de Chillán, donde ahora nos dirigíamos. Y también porque hacía rato que lo estaba echando de menos.

O sea, las intenciones eran las mejores.
Y, efectivamente, fue un buen viaje.

Y claro, un momento memorable fue la mini cumbre blogger con Oscar.
Oscar, fue un gusto. Muchas cosas que comentar al respecto. Espero encontremos la ocasión para hacerlo.

El tiempo estuvo exquisito, comprobé que mis conocimientos no me habían abandonado, hice ejercicio por mi equivalente a un año, comimos rico, nos reímos harto, en fin.
Lo bueno de esquiar es que me concentro tanto, y me vuelo tanto con el paisaje y el momento, que no queda espacio para nada más. NADA MÁS.
Lejos, lo mejor.

Acabo de llegar de Chillán.
El retorno estuvo medio dramático también.
Es que con A no puedo hacerme la light, hablar del tiempo y de política - obviamente es un decir -. A siempre llega al hueso, siempre toca la fibra. Con él no se puede - no puedo - andar con rodeos.
Al final, terminó diciéndome una pesadez inocente, y yo, atorada por la pelea con mi viejo, empecé a defenderme de un ataque inventado por mi mente con remordimientos y sentimientos de hija culposa tan añejos como mis rollos existenciales, hasta que terminé llorando como una ridícula, acusándolo de estarme siempre criticando, exigiéndome, etc, etc, etc.
PERO no saco - nunca he sacado - nada con hacerme la ofendida o tratar de hacerlo sentirse un gusano. A revierte la situación y la lleva a su justa ponderación, como siempre, haciédome muecas, tirando más pesadeces - pero simpáticas -, hasta que me hace reir otra vez. Y vamos hablando otra vez, que qué pasa, y yo, ya más tranquila, hablando, explicando, liberando la pena, la lata, todas las latas...
Paramos a almorzar. Y A continúa con la campaña "hagamos reir a Pepinot". Diciendo puras tonteras que sabe que yo no aguantaría no rebatirle, sólo para distraerme y que se me pase la tontera. Que el mozo es un torpe, que la vieja guatona del lado, que menos mal que yo no tenía hambre - pedí un lomo a lo pobre -, que se desangraría pagando la cuenta, que me dejaría botada en Talca y que llamaría al "OGRO" o "ex-suegro" (mi padre) para que me fuera a buscar si no me comía luego el postre, etc. Ah, y sin perder oportunidad de restregar algunas pequeñas cosillas del pasado.
Obligándome a hablar, a ver las cosas en su justa medida, pero con humor, sin dramatismos.
Tratando de remecerme, de hacerme despertar. Real y metafóricamente, como diría Saori.
Y yo, finalmente, riendo a carcajadas. Riéndome de mí. Riéndome de él. Riéndome de la vida y sus tonteras.
De sus tontas vueltas. En círculo. O en espiral, como diría Oscar.

Y luego, más serio, que cuales son los planes entonces, a corto plazo, con mi vida, que qué quiero hacer, que bueno, entonces dale, y veamos los detalles, y cuéntame qué más, etc, etc, etc.

Una de mis principales críticas hacia mi padre es que él no reconoce el derecho de un hijo a equivocarse. El considera que, habiendo él dado su opinión - o veredicto -, las cosas deben hacerse según lo que EL considera como sensato, y uno como hijo NO PUEDE desobedecerle, si no, pierde todo su apoyo y se gana su profecía de fracaso a todo lo que sea iniciativa propia, que él considere que es una "locura". Y yo no puedo vivir sin la aprobación de mi padre. Es un rollo sicológico que cargo, siento la necesidad patológica de complacerlo para ganar su aprobación, cosa que codicio más que nada en este mundo para sentirme validada como persona, como profesional, como individuo, como ser humano. Es algo que arrastro como una piedra, algo de lo que no me puedo deshacer aunque finja que no me importa, aunque sepa que me hace daño.
En términos prácticos, esto significa para mí renunciar al derecho a soñar. Renunciar a cosas vitales para mí que él no entiende. Renunciar a A, por ejemplo - mi padre nunca lo aceptó como mi pololo, y, en consecuencia, el rechazo fue mutuo. Si sabe que fui con él a Chillán, ahí si que tendría que empezar a buscar un nuevo lugar para vivir. Y se parecen tanto...

A le da voz a esa parte de mí que reclama su derecho a intentar cosas nuevas, a perseguir los sueños, no temiendo al fracaso. Debe ser por eso que siempre me afecta hablar con él. Siempre termino llorando. Y no de rabia contra él, sino contra mí, por lo pequeña que me siento al lado de una persona que ha sido coherente con su discurso, que enfrenta la vida sin temor, que se ha caido muchas veces pero se ha levantado 800 más. Y ahí está. Alguien que me hace ver que todo lo que uno quiere es posible, si realmente te lo propones. Y que me anima a que, de una buena vez, de mis propios pasos, sin que me importe si al resto le parece o no.
Y sí, envidio su paz. Ese hablar poco, pero lo justo y preciso. Mirar de frente, sin intimidarse ni achicarse ante nadie. Esa sencillez pero con firmeza de caracter. Su claridad. La capacidad de fijarse una meta, trazar un plan, y recorrer el camino. Y alcanzar la meta. O tal vez no. Pero siempre intentarlo.

Ya de vuelta en la carretera, taco en Curicó. Y A gritándole - en broma - a un carabinero que estaba dirigiendo el tránsito, pisando el freno de repente, y yo, adolorida por el exceso de ejercicio del fin de semana, riéndome y acusándolo de maltrato, tortura, violencia sicológica, etc, etc, etc...

Terminamos el viaje visitando el sitio donde se está construyendo su casa. Arriba de un cerro, ni más ni menos. Lo que siempre dijo que haría.
Caminamos largo rato por el sitio con sus 4 perros - pobrecitos, lo echaban más de menos -, viendo cañerías, muros, desniveles, luz, jardín - espinos, cactus, boldos, tunas, eucaliptus -, todo a tono con él. Luego vimos el vivero donde tiene las plantas que pondrá, la tierra de hoja que está preparando, la bodega, los vecinos, la casa de los perros.

Y ya. La pena se había ido.

Y yo sabía que había llegado la hora del adiós, pero no sabía cómo despedirme. Cómicamente, le estiré la mano, en un gesto ridículamente formal, deseándole mis parabienes en su próxima operación - el hueso no soldó y le tendrán que sacar los tornillos y hacer un injerto de hueso en la clavícula.

A tiró de mi mano y me dio un beso apretado en la mejilla. Y yo no pude mirarlo de frente, me di media vuelta y me fui.

Suficiente con nuestras fiestas patrias por este año.

6 Comments:

Blogger Willy said...

ídolaaaaaaa! me alegra mucho que se acuerde de este humilde servidor de vez en cuando...

Ufff! Cuántos rollos, niña! ¿me quieres empatar? ja ja ja ja...

Espero que todos tus atados se resuelvan, y que de aquí en adelante la cosa marche tiqui-taca

Un saludo enorme

W.

2:21 PM  
Blogger Pinot Noir said...

Querido Willi:
siempre te visito, pero no siempre comento (me encanta como escribes!)
Rollos? mmmm, sip algunos, pero la mayoría son, en realida, cabos sueltos, puertas aún no cerradas, cosas que han ido pasando mientras vives y que, por algún motivo, no te abandonan o no quieres abandonar. Con A en particular, me siento aún en paz. Por ahora.

Besos,

pep

2:28 PM  
Blogger Oscar said...

Holitas... paseando por acá me encontré con la sorpresa de que ya habías posteado... Estabas atorada parece.
Ya te lo dije por mail, la "mini cumbre blogger" también me pareció super y que espero que podamos encontrarnos nuevamente y poder conversar otro poquito.

10:11 AM  
Blogger Distemper said...

¿Te han dicho que escribes la raja? A ninguna otra le leería un post de este laaaaargo. Pero lo leo igual, me engancho y me encanta lo que dices, me interpreta incluso en lo que dices sobre los papás. Y para qué hablar de lo raras que son las relaciones con los ex cuando no hay mala onda de por medio. Pfff. Un peligro ambulante.

Bueno, saludos y nos vemos.-

1:29 PM  
Blogger Pinot Noir said...

toy roja hasta las orejas... gracias Dis. Sip, mis padres son un gran tema para mí. Y sip, algunas cosas son bastantes raras en esta vida... qué bueno a veces que no todo sea tan lineal.

Besos,

Yop

2:32 PM  
Blogger Soorikeit said...

para tu bday te regalare una pista de patinaje

12:51 PM  

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