Paréntesis

Vamos a hacer un paréntesis a la linda historieta, prefiero terminarla estando inspirada...

El seminario salió bien. Super bien.
Nació Baby II, el segundo bebé de mi super amiguis Jess. Es lindo como el sol y duerme todo el día, excepto para la papa. Y Jess como tuna, como si dar a luz ya fuera un trámite para ella. Todo muy happy.

Y me cambian de boss. No más Charlie. No más mi office, ni mis colegas, ni P, ni mis secres. En 30 días más debo salir de mi antiguo stage laboral y emigrar a otro. Pero sigo en mi mismo cargo y pega. Aún. Y trato de recordar que lo único permanente es el cambio. Y me doy cuenta de algo super crudo, super fuerte, super duro de aceptar.

Uno se acostumbra a todo, incluso a vivir sin lo que creyó más imprescindible.

Lo que fue más nuestro, más propio, más cotidiano, más seguro... nos puede llegar a faltar... y - tarde o temprano - nos acostumbraremos a ello, porque el cambio también significa nuevas oportunidades, nuevas personas, nuevos escenarios que van a reemplazar a los antiguos... tal vez peores, tal vez mejores, pero nuevos... y todo eso volverá a transformarse de nuevo a cotidiano, y luego a rutinario, para volver a cambiar...

TODO PASA. TODO Y TODOS.

No quiero pensar.
Sí, es cierto, me estaba empezando a acostumbrar nuevamente a los cambios, pero esto es como una inyección, aunque sepa que me va a hacer bien, igual va a doler. Y yo soy una chicken...
Me cuesta desprenderme, me cuesta dejar ir. No quiero perder nada ni a nadie.

Y como si sirviera de algo, parto a Mendoza este martes. Por pega, ja. Última paleteada de Charlie. Un día de feria tecnológica y tres recorriendo viñas con mi amigo Maxi. No logro animarme. Ni siquiera pensando en el alojamiento de sátrapa que me espera en uno de los mejores cinco estrellas de sudamérica.

Más encima, ni pensar en comer rico en el país hermano, porque estoy a dieta. Sí, Saori, yo también me uní a la secta Herbalife, y espero por el bien de mi inversión que resulte. En todo caso, creo que no hay mejor disuasivo para una asalto al refrigerador lleno de cosas ricas de fin de semana largo, que pensar que ello sería el equivalente a tirar muchas lucas al basurero, eso es seguro.

A pesar de tan estresante panorama, este fin de semana decidí tomármelo con relajo. Necesitaba un break de estas dos últimas semanas tan recargadas y saturadas de pega, emociones, noticias y cambios. Y nada mejor que acompañar a mis viejos el sábado a celebrar su aniversario de matrimonio Nº34, visitando en familia una linda fiesta costumbrista de los alrededores.
Súper linda, fue una idea genial y aprovechamos un rico sol de otoño - que a veces parecía de verano - para almorzar en un restoran de la zona bien chori y bien rico.

Y eso. Ando medio down, medio intro.
No se bien qué va a pasar conmigo.
De repente me dan ganas de salir corriendo. Arrancar. Perderme.
Y encontrar eso que hace rato que ando buscando, pero siempre se me escabulle, por alguna razón.