Friday, August 05, 2005

Lo que tengo

Hoy leí a Villouta. Y me encantó lo que escribió.
Yo también tengo un tema con mi viejo.
Yo adoro a mi viejo.
Cuando era más chica le tenía mucha bronca por muchos motivos. Creo que siempre he sido hipersensible y algunas actitudes suyas simplemente me dolían y me violentaban.
Él no es una persona que se caracterice por exteriorizar sus emociones. No recuerdo haberlo visto nunca llorar. Ni cuando murió su hermana. Ni cuando murió su mamá. Ni cuando murió su papá.
En mi infancia, mi padre fue el equivalente a un Dios supremo y estricto, inflexible e inalcanzable. Nada podía apartarse a la regla. Su decisión última lo definía todo.
Sólo a veces tenía unos momentos mágicos y jugaba con nosotros, nos inventaba juguetes, nos contaba chistes, hablaba de su infancia. Y reía encantadoramente.
Recuerdo muchos viajes de vuelta de casa de nuestros abuelos, todos durmiendo excepto él, porque manejaba, y yo, porque me autoasignaba la misión de conversarle y cantarle hasta el final para que no se fuera a quedar dormido.
Yo lo admiraba, pero le temía. Es una persona que se impone por presencia, ve las cosas con una claridad meridiana, y casi infaliblemente tiene siempre la razón, y trata de imponerla.
Eso era lo que defininitavamente más me cargaba. Él es desconfiado y cauteloso por naturaleza. Yo era todo lo contrario. Pero yo siempre he querido aprender por mí misma, de ahí mis grandes alegrías, algunos fracasos y unas pocas pero profundas decepciones.
Y él siempre estaba ahí, listo para decirme "te lo dije", feliz de poder demostrame lo soberbia de mi actitud y así enrostrame mis faltas. Y no ofrecía compasión si uno lo contradecía, seguía en su ley y fallaba.

Hoy, las cosas han cambiado un poco. Creo que ahora lo quiero más. Se me presenta como un ser humano, con defectos y virtudes. Está más cercano. Hablamos más - cuando los dos andamos de humor y nos sentamos con buena disposición a escucharnos.
Entonces él se abre. Y yo puedo asomarme a su mundo. Y yo me abro, y lo dejo entrar a mi mundo. Y cuando eso pasa... pasan cosas mágicas, así como lo que contaba Villouta. Entramos a un espacio de aceptación, de amor incondicional - ese que mi madre nos ha prodigado por toneladas -, de empatía, de admiración. Un espacio donde siento que él es capaz de apreciar en toda su magnitud nuestras grandes diferencias, y aún así me quiere igual. No es eso lo que percibo de él en forma habitual hacia mí.
Yo admiro a mi padre. Y cada día que llego a casa y lo encuentro sentado, leyendo el diario o viendo las noticias, se que me queda un día menos con él.
Se que el tiempo se ha tornado en una cuenta regresiva para disfrutar de mis viejos.
En ese exacto momento dejo de reclamar en mi fuero interno por lo que no tengo, y agradezco una vez más esta oportunidad que me dio la vida de poder volver a la casa paterna y reencontrame con mis viejos - y mis hermanos - ahora de adulta, un poco más en igualdad de condiciones. Agradecer el haber tenido una segunda oportunidad, para limar algunas grandes asperezas - resabios de todas esas peleas adolescentes y rebeldías por diferencia de carácteres.
El dios ahora comparte sus dominios, transa algunas veces, critica menos, trata de entender más. Y necesita ayuda muchas veces.
A veces me pregunto si él en realidad sabe quién es la persona que duerme en su casa a tres puertas de distancia.
Una vez le enrostré que no conocía a sus hijos. Teníamos peleas fuertes. Yo siempre fui muy crítica de ellos, de la educación que recibí. Pero un amigo me hizo ver un día que hasta cuándo renegaba de lo que era, que por qué no aceptaba el hecho que una parte de mí proviene de ellos, por más que yo trate de remozar y disfrazar algunas facetas de mi persona.
Creo que hoy estoy mucho más reconciliada conmigo misma. Integré lo que mis padres me legaron, con lo que yo decidí tomar de lo que he visto en la vida y que me ha gustado, con lo que me dictan mis impulsos naturales, con los afectos a los que mi corazón me ha guiado, con lo que otra gente valiosa me ha enseñado.
Pero gran parte de mí proviene de ellos. Y estoy orgullosa por eso.
Yo también tengo suerte, Villouta.
Gracias por recordármelo.

4 Comments:

Blogger Soorikeit said...

corista pepinot:
espero que al recibo de esta cartea te encuentre bie, ojala no de gira. espero que estes con tu pai, tab, yo se que a ustedes los niños artistas los dejan poco comn su familia, lo que sea...

al recibo de esta carta, espero que te acuerdes del ultimo bezo y el ultimo abrazo mascotezco que nos dimnos, siendo tu humano, y yo una mascota traida de africa (un zuricato, logico)

espero que al recibo de esta cartea , separs que te deseo un lindo DIA DEL NIÑO, TAN LINDO Y TAN NIÑO COMO TU SABRES QUE ERES PEPINOT
BESOS MUCHOS
LOT OF LOVES

1:45 PM  
Blogger dani said...

pepinot, yo anoche también leí lo q villouta escribió acerca de su padre, me gustó mucho. lo que tu cuentas acerca de tu relación con tu padre me gustó como lo expusiste y contaste, siempre me emociona mucho cómo son las relaciones entre padres e hijos, y como la distancia y los años van modificando nuestras formas de verlos y nos acercan más a ellos como personas que nos necesitan cada vez más.
como tu, siento que cada vez me queda menos tiempo para compartir con ellos, los años no pasan en vano y hay que aprovechar de disfrutarlos mientras aun están con nosotros.
sobre san francisco..me has hecho dudar jajaja...quizas algun dia prefiera conocer los estados unidos y no algun otro destino desconocido y mágico(j), grxs por darme tu visión;o)
bsos y feliz dia del niño!

3:52 PM  
Blogger Q said...

Yo adoro a mi familia entera, incluyendo a mi papá, con todos y cada uno de sus defectos, me hace reir y rabiar, pero lo quiero. Un besito Pep.

7:39 PM  
Blogger Oscar said...

... yo todavía no logro sacar las trancas con los viejos.
Debo hacer lo que te dijo tu amigo, asumir, que "una parte de mi proviene de ellos" y que lo que han hecho por por que tuvieramos un mejor futuro...
Linda tu reflexión.
A ver que hago yo...
Un abrazo.

4:27 PM  

Post a Comment

<< Home

PPH
PPH